LOS FUNDAMENTOS LÓGICOS DE LA SEMIÓTICA

Y SU PRÁCTICA

Juan A. Magariños de Morentin

 

1 ¿QUÉ CONOCIMIENTO GARANTIZA LA SEMIÓTICA?

2 INTRODUCCION

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1 ¿QUÉ CONOCIMIENTO GARANTIZA LA SEMIÓTICA?

 

 

I.

Considerar a la semiótica como un proceso cognitivo riguroso y eficaz no es, en modo alguno, una actitud pacífica. Las tres calificaciones, tomadas por separado o en forma conjunta: ser cognitivo, ser riguroso y ser eficaz, son motivo de controversia. Esto, sin entrar a considerar otras características de tal proceso, como el carácter innato o cultural (o la porción de uno u otro) que se atribuye a su origen. O, incluso, esta caracterización procesual de la semiótica, frente a la alternativa de considerarla una actuación en paralelo o un acto de comprensión holístico.

Entrar en este debate sería, al menos, inoportuno en esta ocasión y, en el mejor de los casos, sólo lograría desplegar, descriptivamente, una multitud de posiciones que ni siquiera agotarían los matices que les confieren a estos problemas los numerosos estudiosos que los han abordado.

Lo que me propongo es asumir una posición determinada, explorar las consecuencias a las que conduce y discutir los límites de su aceptabilidad. La posición que asumo es la que, a título de posibilidad, formulé inicialmente: la semiótica es un proceso cognitivo riguroso y eficaz.

Pero, esta afirmación es necesario que vaya acompañada de otra que también se formula a título de posición asumida, de la que se discutirán igualmente sus límites y su eficacia: la semiótica es una facultad humana (y no una institución humana, como Martinet 1972: 13, prefiere considerar al lenguaje, aunque el ejercicio histórico de la semiótica haya institucionalizado muchos de sus aspectos). Como muy elemental aclaración a esto, digo que afirmarla como humana no la excluye (tomando en cuenta determinadas variantes específicas) del resto de lo orgánico; y afirmarla como facultad no elimina, ni siquiera reduce, el papel que en su actuación cumple la sociedad; simplemente se afirma que el hombre la posee y la ejerce como instrumento cognitivo para la comprensión del mundo.

Es necesario advertir que, en este trabajo, se utiliza el término "semiótica" en tres acepciones diferentes: como práctica intuitiva, como teoría y como práctica profesional . En el primer sentido, el de la práctica intuitiva que involucra a todo ser humano, el hombre usa espontánea e, incluso, inconscientemente a la semiótica, aunque ignore su existencia. En el segundo sentido, el de la teoría semiótica que viene involucrando a los pensadores occidentales al menos desde los estoicos, el hombre reflexiona acerca de su comportamiento semiótico, tanto intuitivo como profesional. En el tercero, el de la práctica profesional, el hombre utiliza los conocimientos adquiridos mediante sus reflexiones acerca de su comportamiento semiótico para intervenir consciente y eficazmente en la tarea de atribuirle significado al mundo. Esta perspectiva sólo involucra a determinados especialistas y los involucra, a su vez, desde dos perspectivas: como práctica profesional analítica que estudia los comportamientos individuales y sociales comprometidos en la producción e interpretación históricas del significado atribuido a entidades correspondientes al mundo de determinada sociedad; y como práctica profesional productiva que estudia los comportamientos individuales y sociales comprometidos en la producción e interpretación prospectivas del significado atribuible a entidades correspondientes al mundo de determinada sociedad.

Pero, en principio, pese a la proliferación terminológica en torno de "semiótica" (y su equivalente inglés "semiotics" y francés "sémiologie"; ver T. A. Sebeok, 1976: 47-58) no se dispone de una terminología precisa, económica y diferencial con la que designar los espacios propios de una práctica intuitiva, de una reflexión teórica y de una práctica profesional de la semiótica.

Tentativa y provisionalmente para este trabajo, siguiendo la séptima de las reglas que se autoprescribe Ch. S. Peirce, relativas a una Ética de la Terminología (1965: 2.226), voy a hablar de "SEMIOSIS" para referirme a los eventuales íconos, índices y símbolos que exclusiva o conjuntamente contribuyen a la construcción del texto semiótico, como su materia prima. Utilizaré el término "SEMIOTIZACIÓN" para designar a la práctica intuitiva y la expresión "SEMIÓTICA APLICADA" para referirme a la práctica profesional, diferenciando, a su vez, entre una "semiótica aplicada al análisis" y una "semiótica aplicada a la producción", y reservaré el termino "SEMIÓTICA" para referirme a la disciplina teórica que estudia esas prácticas (o sea, que estudia la semiotización y las dos formas de la semiótica aplicada). Complementariamente, para designar al resultado de esas prácticas intuitiva y/o profesional (analítica o de producción) utilizaré la expresión "TEXTO SEMIÓTICO". Quizá se comprenda ahora el alcance de haber afirmado que la SEMIÓTICA es un proceso cognitivo riguroso y eficaz; supone afirmar que existe una ciencia que, rigurosa y eficazmente, da cuenta de y se aplica a dichas prácticas.

El tema de la eventual calidad científica de la semiótica se vincula, desde su perspectiva más general, con el problema de si las ciencias sociales son o no realmente ciencias. También en esto, voy a proponer algunos puntos de partida que se integran en el problema principal acerca de la clase o tipo de conocimiento que garantiza1 la semiótica y que, por tanto, se mantendrán presentes a lo largo de este trabajo.

1. El concepto tradicional de la ciencia (pensado desde las disciplinas que se admiten indiscutiblemente como científicas: la física, la química, la astronomía, etc.) ha reducido, durante las últimas décadas, respecto de las propuestas que considera verdaderas, sus expectativas de validez universal. O sea, la verdad científica se ve afectada por un cierto relativismo objetivo.

2. Las humanidades, o sea el estudio de los fenómenos sociales y de su significado, se van separando progresivamente tanto del ámbito de la literatura como del de la metafísica, donde la mayoría de lo que se dice es intuitivo, subjetivo e indemostrable, pero comprensible. En la actualidad, tienden a aproximarse, cada vez más, a la formulación de conclusiones rigurosas o, al menos, plausibles (Gardin, 1987) que, en determinados contextos históricos y sociales fuertemente acotados, pueden considerarse válidas o sea, con eficacia explicativa y predictiva para intervenir de determinada manera en determinado momento de ese concreto contexto social, provocando determinada transformación deseada. Así, las humanidades se hacen cada vez más rigurosas y eficaces y, por tanto, tras haber incorporado la observación acerca del relativismo que mencioné en el punto anterior, más científicas.

3. En consecuencia, el concepto moderno de ciencia y el concepto moderno de humanidades van estando cada vez más cerca. La ciencia debilita sus pretensiones y las humanidades incrementan sus exigencias. Este es el punto de confluencia donde puede hablarse de la existencia de las ciencias sociales.

4. Lo que se requiere, a continuación, es poder acreditar el derecho de la semiótica a ocupar un lugar en el universo de las ciencias sociales y a desempeñar una función dinámica en el proceso de aproximación entre las humanidades y las ciencias. La pregunta sobre el eventual carácter riguroso y eficaz tanto del conocimiento acerca de la semiotización, como del conocimiento puesto en funcionamiento en las tareas específicas de la semiótica aplicada, puede comenzar por tratar de responder afirmativamente a otra pregunta previa: ¿existe algún espacio en las ciencias sociales que estudie (o permita estudiar en el futuro) a la semiosis, a la semiotización y/o a la semiótica aplicada como su objeto de conocimiento?; tal espacio sería el de la semiótica en cuanto ciencia social. Por la información que poseo, ni la semiotización intuitiva, ni la semiótica aplicada (con estos u otros nombres que designen la práctica específica de atribuirle significado al mundo) han sido incluidas, hasta el presente, en ninguna área rigurosa de estudio. Su presencia fuerte pero implícita, en especial en trabajos vinculados a las ciencias o investigaciones cognitivas (Cunningham, 1993: 71), revela más un ocultamiento de la posible sistematicidad del conocimiento en cuestión, que una constitución teórica consistente. Independientemente de figurar en los curricula de algunas carreras universitarias del área de las "ciencias de la comunicación", de las llamadas "licenciaturas en letras", de algunas facultades de "Bellas Artes" y en las facultades de medicina (con la denominación de "semiología clínica" y con un contenido muy específico, que quizá pudiera tomarse como ejemplar de lo que puede considerarse como "semiótica aplicada"), el desarrollo de estos temas se ubica preferentemente en espacios más o menos próximos al polo de la creatividad, donde lo intuitivo y lo subjetivo predominarían sobre lo explicativo y racional. Parecería que la eficacia de la práctica de la semiótica no puede garantizarse, sino sólo aventurarse, consistiendo fundamentalmente en un conocimiento especulativo, al menos tal como está planteado actualmente su estudio, lo que, por tanto, no permitiría la inclusión de la semiótica entre las ciencias sociales.

5. Con independencia de la responsabilidad que nos quepa a los estudiosos y profesionales de la semiótica, en el sentido de no haber sabido inspirar la confianza necesaria para obtener su reconocimiento como ciencia social (suponiendo que tal haya sido o sea todavía un objetivo deseable), existe un equívoco que es necesario eliminar desde el principio. Desde la perspectiva de la semiótica, los fenómenos sociales no se crean científicamente2, pero puede estudiarse rigurosamente el proceso de su creación, suponiendo esto último la posibilidad de dar respuestas que expliquen por qué ha sido posible la aparición, en determinado ámbito social, de determinado fenómeno social, por qué se lo interpreta de modo diferente a como lo hacían las interpretaciones precedentes y cuál ha sido el efecto de determinada interpretación en determinada sociedad (en sus formas de vida, de pensamiento o de acción), siendo éste el objeto de conocimiento de la semiótica aplicada al análisis.

6. También es necesario aclarar que los efectos y resultados de la semiótica aplicada, en cuanto producción, no son el resultado (al menos, no exclusivamente) de un acto creativo. Parto del supuesto de que la semiótica aplicada a la producción es un discurso técnico que utiliza racionalmente elementos originalmente intuitivos para obtener una eficacia específica. La respuesta a la pregunta inicial de este trabajo, dentro de esta afirmación, se concreta en la posibilidad de garantizar, en su totalidad o en alguna medida, esa eficacia específica de la semiótica aplicada a la producción.

7. Para proyectar el desarrollo de un estudio riguroso de la semiotización y de la semiosis, que dé lugar a una semiótica incluible entre las ciencias sociales y que, en consecuencia, permita, a través de las semióticas aplicadas, analítica y productiva, que de ella dependen, garantizar la eficacia de su intervención en la sociedad, es necesario identificar adecuadamente en qué consiste esa intervención y qué clase de eficacia se pretende.

8. La semiótica aplicada al análisis interviene en determinado segmento del universo de las significaciones efectivamente vigentes en determinado sector de la sociedad, proponiendo, respecto del segmento seleccionado, un discurso explicativo acerca de los componentes y las relaciones que han participado, históricamente, en el proceso de atribución de determinada significación a determinado fenómeno, el cual, por la eficacia, histórica, de ese proceso de atribución, se constituyó en social. O sea, la semiótica aplicada al análisis propone un discurso tal que, utilizando determinadas operaciones analíticas unívocamente definidas e inequívocamente aplicables, es eficaz para establecer la existencia y las cualidades del significado históricamente atribuido a determinada entidad, idea o comportamiento; o la inexistencia del significado supuesto y la identificación, a través de la detección de otras cualidades alternativas, de otro u otros significados históricamente posibles. En definitiva, la semiótica aplicada al análisis interviene y es eficaz para reconstruir el proceso de atribución de significado que dio existencia social a un fenómeno.

9. La semiótica aplicada a la producción interviene en determinado segmento del discurso social efectivamente vigente en determinado sector de la sociedad proponiendo, en ese ámbito, una comunicación discursiva acerca de determinado fenómeno, para que, en la medida en que tal discurso se comparta en el interior del ámbito social seleccionado, dicho fenómeno se constituya en social (o modifique los caracteres sociales que ya poseía), por haber logrado que haya sido interpretado según las propuestas de tal comunicación discursiva. O sea, la semiótica aplicada a la producción propone un discurso tal que, a partir de las características de determinada o determinadas semiosis, es eficaz para atribuir determinada significación a determinado fenómeno. En definitiva, la semiótica aplicada a la producción interviene y es eficaz para proponer la construcción del significado que, caso de ser aceptado, dará a determinado fenómeno la existencia social deseada por el productor del discurso.

10. En uno y otro caso, la eficacia de esas intervenciones consistirá en que los integrantes de determinado sector de la sociedad acepten la existencia, cualidades y conveniencia del significado, histórico o prospectivo, de esa determinada entidad, idea o comportamiento, tal como está propuesto en el correspondiente discurso. No está en juego, por tanto, la verdad del discurso semiótico ni la verdad de la significación del fenómeno, sino su aceptabilidad.

11. La garantía acerca de la eficacia de esas intervenciones, al igual que la garantía de toda propuesta científica, dependerá de que pueda pronosticarse, antes de intervenir en la sociedad, que determinada forma de intervención es la más adecuada para producir determinado resultado.

12. El tema de la garantía se platea, por tanto, exclusivamente con respecto a la confiabilidad en el resultado de la semiótica aplicada ya bien al análisis, ya bien a la producción. Su discusión es, pues, pertinente, exclusivamente, en relación con la práctica profesional de la semiótica. Se corresponde con el tratamiento del tema de la justificación en relación con la estructura teórica de la semiótica.

13. Obtener esa garantía requiere haber seguido, en la elaboración del discurso semiótico aplicado a la producción y/o en la elaboración del discurso semiótico aplicado al análisis, determinadas pautas, reglas y operaciones que conduzcan a la obtención de la eficacia que se pretende. O sea, requiere disponer de una metodología rigurosa y adecuada que sólo podrá ser tal en la medida en que: (1) provenga de una teoría semiótica consistente y (2) dé cuenta de las múltiples interpretaciones sociales aplicables a cualquier fenómeno.

14. Para ello, la semiótica deberá, al menos, poder garantizar la verdad de sus afirmaciones acerca de: 1/ cómo, en determinado momento de determinada comunidad, se construyen los conceptos posibles en ese momento de esa comunidad (y cuáles sean estos); 2/ cómo, en determinado momento de determinada comunidad, adquiere significado determinado fenómeno (y cuál sea éste significado); y 3/ cómo cambia, en determinada sociedad, la vigencia de determinados significados (y cuál sea ese cambio).

15. El punto 1/ requiere disponer de una explicación plausible y adecuada (pero no universal ni definitiva) acerca de la relación entre mente, lenguaje y mundo; el punto 2/ lo mismo acerca de la relación entre percepción e interpretación; y el punto 3/ lo mismo acerca de la relación entre estado de cosas e historia.

16. Caso de que satisfaga estos tres requerimientos, podrá afirmarse que la semiótica es una ciencia social.

17. Caso de que satisfaga aquellas tres garantías, podrá afirmarse que la semiótica aplicada (al análisis o a la producción) constituye la metodología de base para el reconocimiento o la producción del significado de los fenómenos acerca de los cuales tratan las restantes ciencias sociales.

En lo que sigue, esbozaré, nocionalmente, cómo cumple o puede llegar a cumplir la semiótica con estas garantías.

 

 

II.

 

El  ámbito específico para el tratamiento de la eventual garantía que pueda reclamársele al conocimiento semiótico es, por consiguiente, el de la práctica profesional de la semiótica, tanto en su aspecto analítico como productivo. La importancia del tema consiste en poder ofrecer una respuesta razonada a la más directa de las preguntas que puede llegar a planteársele a un semiólogo: ¿para qué sirve la semiótica?

La respuesta, que anticipé al final de la parte anterior (13. (2)), requiere que la semiótica "dé cuenta de las múltiples interpretaciones sociales aplicables a cualquier fenómeno", con lo que pretendo formular en términos y operaciones observables lo que suele expresarse, metafísicamente, como "explicar el significado concreto de cualquier fenómeno".

Semióticamente, por "fenómeno" se entiende toda configuración resultante de cualquier aplicación (intuitiva o profesional) de la facultad de semiosis. Esto elimina la posibilidad de una primera interpretación de algún fenómeno, el cual por el hecho de preceder a su interpretación sería natural; todo fenómeno es ya social en cuanto ya está interpretado (Magariños del Morentin y col., 1991: 6, 19) o sea, en cuanto todo ya es signo (Peirce, 1965: 2.231).

Complementando la aproximación inicial, puedo decir que, en este trabajo, se entiende por "facultad de semiosis" a una operación mental que se aplica identificando formas y asociándolas de modo tal que constituyan conjuntos diferenciables de otros conjuntos, constituidos mediante la intervención de esa misma facultad de semiosis sobre otras formas o asociándolas de otros modos. Cada uno de estos conjuntos son configuraciones proyectables (Jackendoff, 1983: 29) y designables. Mediante la proyección es posible identificar referentes y experimentar asociaciones diferentes que, mediante una sintaxis simbólica (en sustitución de la sintaxis indicial que le sería pertinente), den lugar a la posibilidad de nuevas proyecciones. Mediante la designación es posible asignarles nombres y experimentar asociaciones diferentes que, mediante una sintaxis indicial (en sustitución de la sintaxis simbólica que le sería pertinente), den lugar a la posibilidad de nuevas designaciones3 (lo que Jackendoff estudia como la creación de tipos a partir de agrupaciones originales de ejemplares, Ibidem: 100ss).

La explicación de un significado requiere, por tanto, identificar las proyecciones-designaciones que se han utilizado como materia prima semiótica y las reglas de combinatoria por contextualización de esas proyecciones-designaciones; tales son las entidades y reglas de las que proviene el significado en estudio. Si las proyecciones-designaciones preexisten y también preexisten las reglas que las combinan, el problema (que será analítico) consistirá en obtener una representación teóricamente bien fundada y adecuada de la coexistencia de unas y otras. Si las proyecciones-designaciones preexisten, pero no así las reglas que pueden llegar a combinarlas, el problema (que será de producción) se centra en identificar las reglas que las combinan; si fuere a la inversa o sea, si se dispone de las reglas pero no de las proyecciones-designaciones, el problema (que también será de producción) consistirá en identificar las entidades que pueden combinarse mediante tales reglas. En definitiva, si unas u otras o ambas no existen, habrá que producir aquella o aquellas de las que se carezca. O sea, para la práctica semiótica aplicada al análisis, tanto las proyecciones-designaciones como las reglas que las combinan preexisten; el analista deberá identificarlas en los textos semióticos que las han producido históricamente. Para la práctica semiótica aplicada a la producción, no preexisten las proyecciones-designaciones ni/o las reglas que podrían combinarlas, sino que hay que producir unas u otras o ambas, para que determinada significación llegue a estar socialmente disponible.

Para una comprensión eficaz de este esquema de explicación de la significación, resulta conveniente establecer algunas definiciones explícitas.

1/ Se entiende por "proyecciones-designaciones" las configuraciones identificables en el mundo de la experiencia perceptual y los nombres identificables en el mundo de la experiencia simbólica (cualquiera sea la categoría gramatical que les corresponda); estas configuraciones y estos nombres aparecen vinculados de determinada y diferente manera en diferentes momentos históricos de un mismo o de diferentes grupos sociales.

En el contexto de esta definición: a) se entiende por "configuraciones" determinadas formas asociadas de manera determinada y aceptable en determinado momento de determinada sociedad; b) se entiende por "mundo de la experiencia perceptual" todo aquello de lo que tienen conciencia los integrantes de determinada sociedad en determinado momento histórico; c) se entiende por "nombres" (cualquiera sea la categoría gramatical que les corresponda) determinadas formas convencionalmente disponibles en determinado momento de determinada sociedad; d) se entiende por "mundo de la experiencia simbólica" todo aquello que sólo está disponible para los integrantes de determinada sociedad en determinado momento histórico, mediante un proceso de aprendizaje; e) se entiende por "forma de vinculación entre estos nombres y aquellas configuraciones", a aquella forma que responde a reglas convencionalmente disponibles en determinado momento de determinada sociedad. En el contexto del inciso b), se entiende por "tener conciencia" de algo, al hecho de estar capacitado para representarlo (aun cuando se carezca, contingentemente, de los instrumentos para realizar dicha representación o del conocimiento necesario para la utilización de tales instrumentos). En el contexto del inciso d) se entiende por "estar sólo disponible... mediante un proceso de aprendizaje" a todo aquello para disponer de lo cual o para saber utilizarlo se requiere de un contexto social. Por brevedad, no incluyo otros niveles de definición explícita (posibles y eventualmente necesarios para una comprensión plena) respecto de los restantes términos pertenecientes al contexto de esta definición explícita.

2/ Se entiende por "reglas de combinatoria por contextualización" las exigencias sintácticas según las cuales, en determinado momento histórico de determinada sociedad, se forman expresiones complejas a partir de aquellas proyecciones-designaciones, tales que, siendo distintas las requeridas para formar expresiones complejas utilizando proyecciones respecto de las que se requieren utilizando designaciones, no obstante, se utilizan las segundas para dar cuenta de las primeras y se perciben las primeras según lo permiten las segundas.

En el contexto de esta definición, las frases en las que se enuncia que "se utilizan las segundas para dar cuenta de las primeras y se perciben las primeras según lo permiten las segundas" constituye una definición explícita de "relación semántica", pudiendo, en adelante, utilizarse esta última expresión con el significado que le atribuyen aquellas frases. En ningún momento se utilizará, aquí, el término "semántica" para dar cuenta de ningún tipo de cualidad inherente a un término, expresión o enunciado, sino como la cualidad resultante de una relación contrastativa (del tipo que acaba de definirse) entre, al menos, dos términos, dos expresiones o dos enunciados o, en general, dos contextos de la dimensión por la que opte el semantizador, en cuanto textos semióticos construidos con la misma o con diversa materia prima semiótica (íconos, índices, símbolos).

 

 

III.

En lo que antecede se vislumbra una gran interdependencia (pero no sinonimia) entre los términos "significado" e "interpretación". Si se acepta que la interpretación es la operación concretamente realizada o realizable por los concretos componentes de una determinada sociedad en un determinado momento, mediante la que se materializa esa pura virtualidad que es el significado, resulta admisible la posibilidad de garantizar la tarea de la semiótica aplicada (analítica o productivamente) que realiza el semiólogo. Esta tarea consiste, desde una primera aproximación, según anticipé, en "explicar el significado concreto de cualquier fenómeno", lo cual, así formulado, si bien puede afirmarse como remisión tautológica respecto de un determinado sistema hermenéutico, difícilmente puede garantizarse; pero la tarea de la semiótica aplicada también puede consistir, dicho menos metafísicamente, en "dar cuenta de las múltiples interpretaciones sociales aplicables a cualquier fenómeno", lo que permite, al menos, un principio de garantía, ya que es falsable, en cuanto, o bien fracasa la pretensión de afirmar la efectiva vigencia social de las interpretaciones que se atribuyen al fenómeno en estudio, o bien se estabiliza como una línea de acción controlada por el éxito (Habermas, 1973b: 232)

Desde esta perspectiva, la práctica semiótica puede garantizar sus afirmaciones acerca de cómo en determinado momento de determinada comunidad, se construyen los conceptos posibles en ese momento de esa comunidad y cuáles sean estos.

Los conceptos posibles son aquellos que pueden enunciarse en los discursos que circulan en ese momento de esa sociedad. Hay conceptos imposibles que son aquellos para cuya enunciación no se dispone de las proyecciones-designaciones que podrían enunciarlos en los discursos vigentes. Los conceptos imposibles son también inimaginables, ya que lo imaginable es enunciable.

Los conceptos posibles se construyen utilizando las posibilidades sintácticas disponibles en determinado momento de una sociedad. Hay conceptos imposibles que son aquellos para cuya construcción no se dispone de las reglas de combinatoria por contextualización. Los conceptos imposibles son también irrealizables, ya que lo realizable es contextualizable.

En consecuencia, son posibles todos aquellos conceptos que se construyen con la materia prima semiótica disponible y según las reglas combinatorias disponibles (directas o por transposición metafórica entre distintas semiosis, tal como está siendo estudiado en las investigaciones cognitivas; entre otros, Lakoff 1987, Danesi 1990). Desde el punto de vista de la semiótica aplicada al análisis, la afirmación de un semiólogo acerca de con qué materia prima semiótica y según qué reglas combinatorias se ha construido un concepto es garantizable ya que puede negarse la existencia de esa materia prima semiótica o la disponibilidad de esas reglas combinatorias en determinado momento de determinada sociedad. El concepto de cuya producción da cuenta el semiólogo no puede no existir (ser imposible), ya que el propio discurso del semiólogo que lo enuncia prueba su existencia; pero podría ser otro distinto de aquel que estaba en estudio; esto puede probarse, ya que el concepto se construye al enunciarse y la enunciación del semiólogo no construiría al concepto en estudio, con lo que queda garantizada la posibilidad de verdad del enunciado del semiólogo. Un caso extremo consistiría en que el enunciado del semiólogo fuese una tautología, no aportando nada nuevo a la propia enunciación del concepto; la tautología no elimina la verdad del enunciado en el que se produce, si bien no es una verdad interesante en las ciencias sociales.

Desde el punto de vista de la semiótica aplicada a la producción la afirmación de un semiólogo acerca de con qué semiosis o materia prima semiótica y según qué reglas combinatorias puede construirse un concepto permite el mismo desarrollo crítico del párrafo anterior, teniendo en cuenta que, aquí, la eficacia que se pretende garantizar se refiere a que sea uno determinado y no otro o cualquiera el concepto que se construye y, además, que el discurso mediante el que se propone la construcción de tal concepto va a ser interpretado por la sociedad a la que se dirige dicho discurso de modo tal que sea ése y no otro o ninguno el concepto interpretable. O sea, el tema consiste en garantizar que se produzca un concepto, se interprete uno y, comunicativamente, que exista un intercambio convencionalmente válido entre el que se produce y el que se interpreta. La semiótica puede afirmar que, si el discurso que construye al concepto y el universo de discursos disponibles para interpretar aquel discurso pertenecen a un conjunto homogéneo (un mismo "mundo semiótico posible"4), el concepto producido y el interpretado serán sintáctica y semánticamente, al menos, semejantes. La identidad entre ambos conceptos sólo puede darse cuando el discurso que produce a uno es el mismo y el único de que dispone el intérprete; de nuevo es el caso de la tautología, por lo que la identidad conceptual, salvo en casos límites (ciencia, creencia, órdenes; que requieren la reproducción del mismo discurso desde la producción y desde la interpretación), no es de interés en las ciencias sociales.

La práctica semiótica puede, asimismo, garantizar sus afirmaciones acerca de cómo, en determinado momento de determinada comunidad, adquiere significado determinado fenómeno (y cuál sea éste significado).

El problema acerca del significado de determinado fenómeno, se ha desplazado, con cuanto antecede, hacia el de la interpretación que ese determinado fenómeno recibe en un momento determinado de determinada comunidad. No hay fenómeno sin interpretación, ni hay nada más allá de determinada interpretación (o del conjunto de interpretaciones contemporáneamente vigentes) salvo otras ya agotadas (históricas) o posibles (futuras) interpretaciones y esto puede afirmarse por definición ya que, al ser el "fenómeno" lo que emerge y se hace perceptible e identificable, ello ocurre por el hecho de ser enunciable a partir de alguna de las materias primas semióticas disponibles en ese momento de esa comunidad. O sea que es fenómeno en la medida en que ha sido enunciado y, al ser enunciado, queda interpretado por esa misma enunciación. Con esto se aproxima (sin proponerlos como sinónimos) el fenómeno al referente, ya que este término designa al fenómeno construido desde un enunciado.

O sea, se han ido produciendo ciertos desplazamientos que permiten ubicar con mayor precisión la tarea de las ciencias sociales y, dentro de ellas, la tarea de una metodología semiótica o semiótica aplicada. En vez de utilizar el término "significado", se utiliza el término "interpretación"; y en vez de utilizar el término "fenómeno" se utiliza el término "referente". Esto no es un mero cambio de designaciones, sino que implica una modificación en el objetivo de la investigación científica en las ciencias sociales; no se trata de estudiar el significado de un fenómeno, sino de estudiar la interpretación de un referente (tanto las interpretaciones cuyo resultado fue su identificación como tal referente, como las interpretaciones posteriores que la sociedad va atribuyéndole a ese referente).

En este campo, la semiótica aplicada al análisis puede garantizar que su tarea de identificar los discursos mediante los que se interpreta de determinada manera a un fenómeno que, a su vez y por intermedio de tales discursos, queda disponible socialmente como referente, es posible que sea verdadera y adecuada. El análisis puede mostrar que las relaciones contenidas en tales discursos dan lugar a una interpretación que ha sido aceptada por la sociedad (o por determinado sector social) para constituir a ese fenómeno como el referente que dicha sociedad acepta; o bien, las relaciones que el análisis muestra no son las que dan lugar a dicha interpretación, lo cual es comprobable por contrastación con los discursos que efectivamente están vigentes de dicha sociedad acerca de dicho referente.

En lo que respecta a la semiótica aplicada a la producción, ésta puede garantizar que los discursos que propone, si son aceptados por la comunidad (y tiene efectivamente, como ya indiqué en el caso de la construcción de los conceptos, los medios para intentar tal aceptación), son eficaces para la construcción de determinado referente o, lo que equivale, para que determinado fenómeno quede interpretado de determinada manera. La validación de esta garantía se produce por el efectivo uso social del discurso propuesto por el semiólogo para la interpretación de tal fenómeno/referente.

En cualquiera de ambos casos (análisis o producción) el fenómeno sobre el que recae la interpretación no es natural ni primitivo (en cuanto no-modificado), sino ya social, puesto que tiene la historia de sus precedentes estados como otro referente distinto al actual, siendo sobre estos otros referentes (o sobre el último) sobre los que recae la interpretación modificadora. Lo que vengo diciendo en estos últimos parágrafos implica que dar significado a un fenómeno consiste en proponer que un determinado referente se transforme en otro determinado referente y ello por la eficacia de determinados discursos que circulan en un momento dado de una sociedad dada proponiendo interpretaciones distintas (superadoras) de las que históricamente se consideraban adecuadas. Esta es la respuesta a la tercera hipotética garantía que puede proporcionar la semiótica acerca de cómo cambia, en determinada sociedad, la vigencia de determinados significados (y cuál sea ese cambio). El significado de un fenómeno, o sea la interpretación de un referente, cambia, en una sociedad, cuando cambia el referente que había sido construido con interpretaciones precedentes. Estas interpretaciones, efectivamente históricas, se han opacado y, en vez de construir referente alguno, se muestran a sí mismas como los instrumentos, actualmente inoperantes, mediante los que alguna vez se construyó un referente. Tentativamente, al par uso-mención se está incorporando un tercer término: la eficacia. O sea, un concepto, una expresión o un discurso puede, aun en los casos en que se lo use, no ser eficaz, en el sentido de no ser aceptado como interpretación posible por la sociedad. La interpretación estereotipada, usada pero no eficaz, establece, socialmente, la posibilidad de generar nuevos discursos, los que se realizarán en virtud de la capacidad social espontánea de semiotización o en virtud de aceptar la nueva interpretación propuesta por el semiólogo.

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1 El tema de la garantía no ha sido objeto de frecuentes ni de extensos desarrollos; para Habermas (1973a: 170) es un problema ideológico y no de la teoría de la ciencia, en la medida en que garantizar o dejar de garantizar el éxito esperado depende del hábito vinculado a convicciones fijadas precientíficamente; refiriéndola a la argumentación, Ducrot (1988: 73) retoma el concepto de los "garantes" de Toulmin; en la reflexión epistemológica el problema se descentra hacia la lógica de la justificación (Plantinga, 1987) o hacia las condiciones que hacen válida a la predicción (Schuster, 1982). La importancia de la garantía se vincula, en la ciencia aplicada, al resultado del trabajo de investigación.

2 ¿Cuál es el límite efectivo de las fuertes componentes éticas de esta negación? ¿Acaso una parte de los significados sociales no son producto de algún tipo de estrategia discursiva, sea de tipo ético, estético o científico, y resultado de una dura competitividad en el marketing de los discursos?

3 La operación de sustitución, a la que aquí se alude, la desarrollo detalladamente más adelante (p. 40[del texto Los fundamentos lógicos de la semiótica y su práctica, del que está extraída esta introducción]).

4 El concepto de "mundo semiótico posible" es una adecuación, al ámbito de las ciencias sociales, del concepto específico de la lógica modal conocido como "mundos posibles", destinado a dar cuenta de la semántica de las proposiciones de dicha lógica, en especial de las denominadas "actitudes proposicionales". Como aplicación de este concepto a las humanidades remito a los trabajos editados por Stury Allen (1989); su desarrollo, como mundos semióticos posibles, lo esbozo más adelante (ps. 427 y ss.; también en 1990b y 1993b). Un antecedente importante, desde el punto de vista pragmático, se encuentra en las "formaciones discursivas" de Foucault (1969: 44 passim).

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LOS FUNDAMENTOS LÓGICOS DE LA SEMIÓTICA

Y SU PRÁCTICA

Juan A. Magariños de Morentin

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2 INTRODUCCION

 

 

 

El presente trabajo concreta el intento de formular un conjunto de proposiciones elementales a partir de las cuales puedan derivarse aquellas explicaciones que apetezcan validez semiótica en el ámbito de las ciencias sociales.

Se entiende, provisionalmente, por "explicaciones con validez semiótica" al sistema de enunciados mediante los cuales se da cuenta de cómo y por qué un determinado fenómeno adquiere, en una determinada sociedad y en un determinado momento histórico de tal sociedad, una determinada significación y cuál sea ésta.

Desde esta perspectiva, la semiótica se puede plantear como un modo de hacer o sea como una metodología de base apta para estructurar adecuadamente las investigaciones cuyo objeto de conocimiento pueda incluirse en la problemática de la representación, en el específico sentido que le confiere M. Foucault: "la manera en que las empiricidades pueden darse a la representación", entendida no sólo como "el campo mismo de las ciencias humanas", sino como "la base general de esta forma de saber (...), su condición de posibilidad" (Foucault, 1966: 374-5). "El hombre (...) para las ciencias humanas (...) es ese ser vivo que, desde el interior de la vida (...) construye representaciones gracias a las cuales vive (...); es ese ser que, desde el interior de las formas de producción que dirigen su existencia, forma la representación de esas necesidades (...); es ese ser que, desde el interior del lenguaje por el que está rodeado, se representa, al hablar, el sentido de las palabras o de las proposiciones que enuncia" (ibid.: 363-4)

Sin desconocer las peculiaridades de cada disciplina, la semiótica aporta a todas y a cualquiera de ellas una reflexión crítica acerca de cómo y por qué se produce la significación (jurídica, social, psicológica, arqueológica, pedagógica, comunicativa, etc.) de los correspondientes fenómenos. No pretende resolver (porque no es su finalidad) los específicos problemas que constituyen el objeto de conocimiento de cada una de ellas, sino que proporciona las pautas operacionales y procedurales para, a partir de la identificación general de tales problemas en cuanto relativos a la interpretación de dichos fenómenos, identificar sus componentes, organizar sus relaciones elementales y ubicarlos en el contexto social e histórico de donde procede su significación. La materia prima de los fenómenos sociales consiste en las distintas semiosis (la más habitual de las cuales es el habla, pero, evidentemente, no la única) que los interpreta (ya que son sociales en cuanto interpretados); por ello, el conocimiento de lo social es el conocimiento acerca de la superación histórica que afecta a las interpretaciones efectivamente vigentes en una determinada sociedad.

El desarrollo que a continuación se propone queda encuadrado en el ámbito de reflexión de una semiótica dura. Se trata de aquella que, desarrollando los conceptos fundacionales (en su modernidad) de Charles Sanders Peirce (1965), así como los de Ferdinand de Saussure (1972), sintetiza, tras la emergencia abductiva de un conocimiento intuitivo (para la formulación inicial de sus hipótesis y con la pretensión de constituirse en una lógica del descubrimiento científico), las elaboraciones de una lógica deductiva (para enunciar formalmente las operaciones cognitivas que se ponen en funcionamiento al producirse determinada significación y/o interpretación y para modelizar la representación del conocimiento así alcanzado, en el pertinente sistema informático, preferentemente experto), con los aportes de una lógica dialéctica (para encuadrar los contenidos concretos de cada significación/interpretación posible en determinada sociedad, en las semiosis sociales contradictorias efectivamente vigentes en determinado momento de esa sociedad y para explicar el proceso histórico de su superación).

La propuesta metodológica que aquí desarrollo (muy rudimentariamente) en su forma lógica, establece que, para explicar la producción, circulación social, interpretación y transformación de la significación:

a) es necesario identificar dos (al menos) sintaxis. En este primer momento metodológico, se reconstruirán, independientemente y atendiendo a cada una de ellas por separado, las respectivas reglas sintácticas, tanto de: i) la semiosis mediante la cual se enuncia el objeto semiótico o semiosis sustituyente, como de: ii) la semiosis a la que pertenece el propio objeto semiótico o semiosis sustituida. Esta etapa constituye lo que, haciendo centro en la operación de atribución, conduce al que aquí se denomina "teorema de la identificación del objeto semiótico" (TS1);

b) es necesario relacionar ambas semiosis (sintácticamente conocidas mediante el trabajo cumplido en la etapa precedente), de modo tal que se pueda constatar que, en un determinado momento y en una determinada sociedad, con una de tales semiosis (se afirma que, predominantemente, este papel lo cumple el lenguaje verbal, pero prefiero referirme, en sentido amplio, a las semiosis sustituyentes) se establecen las relaciones que le confieren un (al menos) significado posible en dicha sociedad al objeto semiótico en estudio, integrante de la otra semiosis (se afirma que, predominantemente, este papel lo cumple el mundo o la llamada "realidad", pero prefiero referirme, en sentido amplio, a las semiosis sustituidas). Debo aclarar que el uso del término "sustitución" no implica limitar el proceso semiótico a alguna especie de mero reflejo o especularidad o representatividad; la sustitución es la más elemental de las operaciones que pueden realizarse utilizando signos para dar cuenta (o construir) otros signos; pero aún en esta elementalidad, acabará negando su propia eficacia y, así, generando un espacio vacío que será ocupado por otro u otros signos superadores de los que intervienen en tal sustitución; tampoco pretende excluir, ignorar o suplantar las operaciones de interpretación y representación mediante las que se trasciende el dualismo saussureano y se incorpora la tríada peirceana indispensable para la consideración pragmática de la semiótica (Parret, 1983: 25ss), sino que las incluye, en cuanto designación a la que se atribuye una máxima generalidad lógica. Esta etapa constituye lo que, haciendo centro en la operación de sustitución, conduce al que aquí se denomina "teorema de la semantización del objeto semiótico" (TS2);

c) es necesario, finalmente, establecer según qué específicas determinaciones históricas cada una de las dos (al menos) semiosis que interactúan en la operación de sustitución (conocida ya su eficacia semántica mediante el trabajo cumplido en la etapa precedente) constituyen la superación de las contradicciones inherentes a las operaciones de sustitución que les precedieron y, a su vez, generan nuevas contradicciones que incluyen a la actualidad social de la significación en una dinámica histórica. Esta etapa es la que, haciendo centro en la operación de superación, conduce al que aquí se denomina "teorema de la historicidad del objeto semiótico" (TS3).

El supuesto metodológico básico del que se parte consiste, por tanto, en afirmar que, para que "algo" signifique, debe ser percibido en cuanto forma identificable de determinada semiosis y debe ser enunciado desde otra semiosis (incluida la alteridad de todo metalenguaje respecto de su lenguaje objeto) diferente de aquella a la que pertenece dicho "algo". La mera percepción es necesaria pero insuficiente (a los efectos de iniciar el control crítico de alguna significación que le sea socialmente atribuible) sin el correspondiente "juicio perceptual" (Peirce: 5.115) que, utilizando como materia prima la episteme social disponible (las "formaciones discursivas" de Foucault, 1969: 44ss, retomadas y reelaboradas por la escuela del análisis del discurso francés: Pêcheux, 1969 y 1975; Marandin, 1979; Courtine, 1981, etc.), construya en el consciente cognitivo la representación de aquella percepción. La razón de esta insuficiencia se asienta sobre la contradicción inherente a toda semiosis y que constituye lo que puede denominarse "el dilema semiótico": es necesario que una semiosis (sustituyente) deje de ser lo que es "en sí" (el juicio perceptual: un fenómeno de lengua) para que otra semiosis (sustituida) sea, no lo que es "en sí" (la percepción: un fenómeno sensorial), sino aquello en lo que la primera la constituye (el referente: un fenómeno semiótico y, en cuanto tal, significativo).

Esta contradicción, interna a toda construcción simbólica, es la que conduce al ineludible agotamiento histórico de toda semiosis sustituyente (o "lenguaje") y de toda semiosis sustituida (o "mundo posible") en cuanto producto (o "referente") de la primera, exigiendo la emergencia de otras semiosis en las que se supere tal contradicción, pero que habrán de incurrir, ellas mismas, en nuevas contradicciones, lo que las hará impensables al margen de la historia.

El término "significación" se reserva, pues, para designar la relación diferencial que vincula a un determinado objeto semiótico con el resto del universo del conocimiento y con el conocimiento de su propia historia (Kripke, hablando del "referente", dice que "en general nuestra referencia depende, no de lo que nosotros mismos pensamos, sino de lo que piensan otras gentes en la comunidad, la historia de cómo el nombre ha llegado hasta uno y cosas semejantes"; 1980: 95). Dicha relación diferencial no es algo genérico e inespecífico sino que se encuentra materializada en la o las semiosis que la enuncian y que en cuanto tal relación concreta, elimina las contradicciones de la o las semiosis que la enunciaban precedentemente (lo que constituye el universo de los significados históricos de dicho objeto semiótico). El establecimiento de esta relación diferencial, acotada al ámbito de conocimiento pertinente de cada disciplina y a las exigencias provenientes del problema seleccionado por el investigador, constituye el conocimiento obtenible mediante la aplicación de la metodología semiótica como metodología de base en ciencias sociales.

La expresión "objeto semiótico" adquiere, así, un valor específico en el ámbito de la teoría semiótica. Se entiende por "objeto semiótico":

a) cualquier percepción construida, en un momento determinado y en una sociedad concreta (o sector de esa sociedad), mediante un conjunto de referentes producidos por un conjunto de enunciados provenientes de las semiosis efectivamente disponibles en dicha sociedad,

b) en cuanto tal construcción constituye una propuesta de resolución de las contradicciones inherentes a las relaciones enunciado/ referente, según las que dicha percepción (pero no ya la misma) había resultado identificable en otro momento (diacrónicamente) precedente,

c) y en cuanto contiene nuevas contradicciones que habrán de ser resueltas por nuevos pares de relaciones enunciado/referente en otro momento (dialécticamente) posterior.

A su vez, se entiende por "semiosis": todo universo de percepciones sensoriales identificadas, en cuanto construidas (y, coyunturalmente, utilizables como sustituyentes o como sustituidas), y cuyas operaciones de formación, transformación y recurrencia pueden identificarse de modo formal, cuasi-formal o entre límites relativos de arbitrariedad (Chomsky, 1979: 32).

Todo objeto semiótico procede, pues, de la interacción de dos (al menos) semiosis y pertenece, a su vez, a alguna determinada semiosis. Todo cuanto el hombre percibe conscientemente (o conoce, en sentido amplio) es, en cuanto tal, objeto semiótico.

***

Antes de iniciar el desarrollo de la lógica semiótica y de su práctica metodológica, conviene formular algunas observaciones.

La primera de ellas se refiere a los términos elegidos para designar las operaciones y relaciones que se estudian. Una de las reglas prácticas de la investigación semiótica (que aquí se asume como constante instrumental) consiste en no perder el enunciado explícito (o descripción definida) con que se identifica un concepto, no permitiendo que el término o expresión verbal (o simbólica) que lo designa (o rotula) predomine (sustancializándose) sobre la operación o relación enunciada. Esto se basa, a su vez, en dos razones. Por una parte, mantener actualizada la memoria semiótica acerca de las operaciones y relaciones eficazmente productivas que van quedando integradas en otras operaciones y relaciones más complejas, conforme progresa el análisis (lo que le confiere a las definiciones semióticas su carácter recurrente específico). Por otra parte, la mayoría de los términos y expresiones utilizadas (por lo general, originariamente) en la lingüística y (por lo general, derivadamente) en la semiótica son polisémicos, cambiando su valor y su significado según el sistema conceptual desde el que cada autor los estudia. Los términos, por tanto, elegidos en este trabajo para designar las relaciones y operaciones pueden ser discutidos en cuanto a su oportunidad y/o conveniencia; tal eventual crítica podrá evaluarse, por ejemplo, en el marco de lo que Peirce denomina "la ética de la terminología" (2.219-26). La crítica, en cambio, de la descripción y el funcionamiento de dichas relaciones y operaciones, según el específico modo en que se irán proponiendo en este trabajo, es fundamental, ya que afectará (caso de formularse o en la medida en que se la formule) a la "razonabilidad racional" (la expresión también es de Peirce en otro contexto: 5.121) con que se construyen las propuestas teóricas y las instancias metodológicas que constituyen el eje conductor de la presente reflexión.

La segunda observación se refiere a las dos formas posibles de lectura del presente texto. Una es lógica y la otra es interpretativa, siendo ideal, por supuesto, la confluencia de ambas lecturas, de modo que el seguimiento del razonamiento lógico vaya siendo acompañado por la interpretación lingüístico-semiótica a que dé lugar. Para la lectura de las expresiones lógico-simbólicas formalizadas, es suficiente con el conocimiento del simbolismo y de las reglas de razonamiento de una lógica proposicional y de predicados de primer orden; se siguen aquí las reglas del cálculo de deducción natural y, no planteándose problemas lógicos de especial complejidad, remito a los manuales convencionales como Quine (1962) o Sacristán (1973), habiendo seguido la simbolización lógica de este último autor (salvo restricciones del lenguaje de computación utilizado y que se aclaran en su debido momento).La interpretación lingüístico-semiótica requiere de ciertos conocimientos de ambas disciplinas y, naturalmente, cuanta mayor familiaridad se posea con sus actuales desarrollos tanto mejor se podrán percibir los eventuales alcances y limitaciones del presente estudio.

Otra observación que considero oportuno plantear desde el principio se refiere al papel que juega la verdad en la valoración de los resultados que puedan alcanzarse mediante la aplicación de la metodología semiótica a las investigaciones en ciencias sociales. A título tentativo se pueden plantear las siguientes proposiciones acerca de los valores de verdad de las aserciones semióticas: a) es verdadero/falso que determinada significación está efectivamente vigente en un determinado momento histórico de una determinada sociedad, sin interrogarse acerca de la verdad del contenido de dicha significación; verdad/falsedad, por tanto, del enunciado acerca de la existencia de determinado fenómeno semiótico; b) es verdadero/falso que dicha significación se produce por la interacción de determinados enunciados efectivamente vigentes en ese mismo momento de esa sociedad; verdad/falsedad, por tanto, del enunciado acerca de la eficacia de la interacción entre determinados fenómenos semióticos; y c) es verdadero/falso que dicha significación constituye la superación de determinados enunciados que estuvieron efectivamente vigentes (y contradictoriamente) en otro momento (que, por la determinación de este proceso, se constituye en histórico) de esa misma sociedad; verdad/falsedad del enunciado acerca del proceso histórico-semiótico que condujo a la producción de determinada significación. Tal la carga de la prueba que se le asigna a la semiótica desde esta perspectiva lógica. Exclusión, por tanto, del problema de la verdad de los contenidos y afirmación de la semiótica como metodología crítica, apta para transformar a la significación propuesta como "el ser" (inmediatez ideológica de lo socialmente significativo) en "el devenir producido como su verdad" (Hegel, 1973: XCVIII, Zusat II).

También creo útil reafirmar que asumo la tesis (que defenderé más adelante) de que "la lengua (natural) no debe considerarse más que como un caso particular de ese objeto más general (la semiótica)" (Hjelmslev, 1971: 135). Por consiguiente, el uso, en este trabajo, de una terminología predominantemente lingüística ("texto", "formaciones discursivas", "enunciado", "enunciación", etc.) deber  interpretarse como coextensiva respecto de las diversas configuraciones teóricas válidas para el sistema de los signos en general; generalidad a la cual también le son atribuibles los efectos que se describirán como producidos por las operaciones a las que se somete a tales configuraciones, pertenezcan a la semiosis (iconos, índices, símbolos, por ejemplo) que sea. En su momento, también discutiré la argumentación de E. Benveniste al atribuir a la lengua, de modo exclusivo y diferencial, la posesión de "la doble significación" y al limitar los restantes sistemas a "una significación unidimensional: o semiótica (gestos de cortesía: mudras), sin semántica; o semántica (expresiones artísticas), sin semiótica" (Benveniste, 1974: 65).

Finalmente, respecto de la práctica metodológica de estos fundamentos lógicos de la semiótica, se irán desarrollando varios ejemplos, a lo largo del presente trabajo, correspondientes a disciplinas cuyo objeto de conocimiento se construye a partir de diferentes semiosis. Ello permitirá demostrar la aplicabilidad de la metodología semiótica, que aquí se fundamenta y desarrolla (en un "aquí" histórica, social y epistemológicamente determinado), a la resolución de problemas que, teniendo en común la significación social de algo, difieren en la materia prima o soporte físico de esa significación y, consecuentemente, en las variantes sintáctico-valorativas inherentes a tales semiosis. También permitirá evaluar la calidad empírico-instrumental de las etapas metodológicas que se vayan proponiendo y someterlas a su eventual crítica.

Como técnica expositiva, se adopta el criterio de partir de esquemas sumamente sintéticos que, progresivamente, se irán enriqueciendo a través de la formalización de sus enunciados y de la correspondiente reflexión interpretativa.

ESBOZO, PROGRESIVAMENTE FORMALIZADO, DE LOS FUNDAMENTOS LÓGICOS DE LA SEMIÓTICA

En el siguiente Gráfico 1 se sintetiza la propuesta conceptual global de este trabajo.

 

Gráfico 1

Fundamentos Lógicos de la Semiótica (esquema general)

ÁMBITOS EPISTEMOLÓGICOS

...desde los

cuales, ciertas...

ENTIDADES

...sometidas a determinadas...

OPERACIONES

...producen los...

TEOREMAS SEMIÓTICOS

...donde quedan enunciados los siguientes...

CONCEPTOS SEMIÓTICOS

Abductivo - acrónico

- Forma

- Valor

*Supuesto acrónico

*ATRIBUCIÓN

*Recurrencia

*Articulación

*Integración

TS1: Teorema de la identificación del Objeto Semiótico

· "Paradigma"

· "Texto"

· "Identificación del Objeto Semiótico"

Dialéctico - sincrónico

No se requieren nuevos conceptos.

Disponibles:

Forma/ Valor/ Paradigma/ Texto/ Identificación del Objeto Semiótico

*Relación de sincronía

*SUSTITUCIÓN

*Recurrencia

*Articulación

*Integración

TS2: Teorema de la semantización del Objeto Semiótico

· "Sistema"

· "Discurso"

· "Enunciado"

· "Referente"

· "Semantización del Objeto Semiótico

Dialéctico - diacrónico

No se requieren nuevos conceptos.

Disponibles:

Forma/ Valor/ Paradigma/ Texto/ Identificación del Objeto Semiótico/ Sistema/ Discurso/ Enunciado/ Referente/ Semantización del Objeto Semiótico

*Relación de diacronía

*SUPERACIÓN

*Recurrencia

*Articulación

*Integración

TS3: Teorema de la historicidad del Objeto Semiótico

· "Formación"

· "Enunciación"

· Significación del Objeto Semiótico

 

ENUNCIADOS DEFINICIONALES, OPERACIONES Y CONCEPTOS SEMIÓTICOS RESULTANTES

 

Primeras formulaciones (abductivas-acrónicas)

Formulación de los 1os enunciados definicionales

Def. 1: Forma: la existencia posible del resultado de una percepción sensorial.

Def. 2: Valor: la relación entre (al menos) dos formas.

Formulación de los 1os enunciados operacionales

Op. 1: Relación de acronía: aquella operación mediante la cual, dado un único conjunto de formas relativamente homogéneas, las formas constitutivas de dicho conjunto interactúan lógicamente entre sí.

Esta relación opera como una consecuencia necesaria de la aplicación de la operación de atribución y como una regla que deben cumplir las restantes operaciones pertinentes al razonamiento acrónico-abductivo.

Op. 2: ATRIBUCION: aquella mediante la cual se pone en relación una forma con un valor.

Op. 3: Recurrencia en relación de acronía: puede distinguirse, al menos, la recurrencia como inducción lógica, para la definición de la atribución y para su operativización y como proceso recursivo de su emergencia semiótica.

Como inducción lógica, la recurrencia en relación de acronía es aquella mediante la cual se establece la diferencia entre: a) la ausencia de aplicación de la operación de atribución; b) una única aplicación de tal operación; y c) la aplicación n número de veces de dicha operación (n ³ 2).

Como proceso recursivo, la recurrencia en relación de acronía permite formular la más elemental definición de cada una de las operaciones semióticas fundamentales: ser la "sucesora" de la precedente; salvo, por su calidad (provisional) de operación inicial, en este caso, ya que la atribución equivale a la superación y es el "ancestro" de la sustitución. Más adelante, a través de las expresiones lógicas correspondientes, se mostrará cómo la atribución inicia una nueva semiosis y un nuevo mundo semiótico posible con el que se superan las contradicciones inherentes a la sustitución precedente.

Op. 4: Articulación en relación de acronía: aquella mediante la cual se ponen en relación virtual n valores (n ³ 2) pertenecientes a un mismo universo de formas relativamente homogéneo.

Op. 5: Integración en relación de acronía: aquella mediante la cual se ponen en relación actual n formas (n ³ 2), pertenecientes a mismo universo de formas relativamente homogéneo.

TS1: para toda forma y todo valor, en relación de acronía y con n-recurrencia de atribuciones,

la existencia de una enésima relación actual de integración de formas y

la existencia de una enésima relación virtual de articulación de valores,

equivale

a la existencia de una enésima relación semiótica de identificación de dichas formas en función de los valores propios atribuidos.

Enunciación de los conceptos semióticos relativos a TS1

TS1 requiere la posibilidad de conocimiento de 2 conceptos semióticos:

a) Paradigma: relación virtual de articulación entre los valores relacionales atribuidos a un determinado universo de formas.

b) Texto: relación actual de integración entre las formas de un determinado universo.

De TS1 surge la posibilidad de conocimiento de 1 nuevo concepto semiótico:

c) Identificación del Objeto Semiótico: relación semiótica de diferenciación entre las formas de un determinado universo en función de los valores relacionales propios que se les asignan por atribución.

En definitiva, lo que TS1 enuncia es que, a partir de las premisas establecidas, la existencia de paradigmas y textos equivale a la existencia de identificación-diferenciación semiótica de las formas percibidas.

Segundas formulaciones (dialéctico-sincrónicas)

Formulación de los 2os enunciados definicionales

No se necesitan nuevos conceptos, siendo necesarios y suficientes aquellos de los que se dispone, producidos por TS1.

Formulación de los 2os enunciados operacionales

Op. 6: Relación de sincronía: aquella mediante la cual, dados n universos diferentes (n ³ 2) de formas semióticamente identificadas, con estructura de paradigmas y textos, estos universos interactúan simultáneamente entre sí.

La relación de sincronía opera como una condición o supuesto para que pueda aplicarse la operación de sustitución y como una regla que deben cumplir las operaciones pertinentes al razonamiento dialéctico-sincrónico.

Premisas para que pueda darse una relación de sincronía:

a) (existencia de un universo de formas)

b) (existencia de otro universo de formas)

Op. 7: SUSTITUCION: aquella mediante la cual, dados n universos diferentes (n ³ 2) de formas semióticamente identificadas, con estructura de paradigmas y textos y en relación de sincronía, las formas pertenecientes a uno de tales universos se ponen en relación con los valores atribuidos a las formas del otro (u otros) universo(s).

Op. 8: Recurrencia en relación de sincronía: puede distinguirse, al menos, la recurrencia como inducción lógica, para la definición de la sustitución y para su operativización y como proceso recursivo de su emergencia semiótica.

Como inducción lógica, la recurrencia en relación de sincronía es aquella mediante la cual se establece la diferencia entre: a) la ausencia de aplicación de la operación de sustitución; b) una única aplicación de tal operación; y c) la aplicación n número de veces de dicha operación (n ³ 2).

Como proceso recursivo, la recurrencia en relación de sincronía permite formular la más elemental definición de, en este caso, la sustitución: ser la "sucesora" de la atribución y el "ancestro" de la superación. A través de las expresiones lógicas correspondientes, se va mostrando cómo la sustitución produce una semiosis y un mundo semiótico posible, a partir (en cuanto "sucesora") de los correspondientes universos de formas atributivamente valoradas y cómo establece los términos de la contradicción (en cuanto "ancestro") de donde procederán nuevos universos de formas superadoras de las precedentes.

Op. 9: Articulación en relación de sincronía: aquella mediante la cual se ponen en relación virtual n pares de valores (sustituyentes-negados y/o sustituidos-afirmados) (n ³ 2) pertenecientes a n universos diferentes de formas (n ³ 2), simultáneos entre sí.

Como la articulación opera entre valores pertenecientes a n universos diferentes de formas, enunciar una articulación supone también la posibilidad de enunciar la articulación inversa (o n articulaciones, cada una de ellas pertinente a cada uno de los pares de universos de formas intervinientes en la sustitución).

Op. 10: Integración en relación de sincronía: aquella mediante la cual se ponen en relación actual n formas (n ³ 2), pertenecientes a un mismo universo de formas relativamente homogéneo, según determinadas relaciones virtuales correspondientes a los valores atribuidos a las formas de otro diferente universo de formas relativamente homogéneas.

TS2: para todo par de universos de formas y para todo par de universos de valores, en relación de sincronía y con n-recurrencia de sustituciones,

la existencia de una enésima relación actual de integración de formas sustituyentes y de una enésima relación actual de integración de formas sustituidas,

y la existencia de una enésima relación virtual de articulación de pares de valores sustituyentes-negados y/o sustituidos-afirmados y de una enésima relación virtual de articulación de pares de valores sustituidos-negados y sustituyentes-afirmados

equivalen

a la existencia de una enésima relación semiótica de formas sustituyentes, con valores sustituyentes negados y sustituidos afirmados,

y a la existencia de una enésima relación semiótica de formas sustituidas, con valores sustituidos negados y sustituyentes afirmados.

Enunciación de los conceptos semióticos relativos a TS2

TS2 requiere la posibilidad de conocimiento de 2 conceptos semióticos:

d) Sistema: relación virtual de articulación, en supuesto sincrónico, entre pares de valores sustituyentes-negados y/o sustituidos-afirmados y viceversa, pertenecientes a universos diferentes; existirán tantos sistemas cuantos sean los universos sustituyentes y sustituidos tomados en consideración.

e) Discurso: relación actual de integración entre las formas de un determinado universo según los valores correspondientes a las formas de otro determinado universo.

f) Enunciado: ( o semantización del objeto semiótico sustituyente) relación semiótica entre formas sustituyentes, con sus valores propios negados (usados pero no mencionados) y los valores sustituidos afirmados (mencionados pero no usados).

g) Referente: ( o semantización del objeto semiótico sustituido) relación semiótica entre formas sustituidas, con sus valores propios negados (usados pero no mencionados) y los valores sustituyentes afirmados (mencionados pero no usados).

Lo que, en definitiva, enuncia TS2 es que, a partir de las premisas establecidas, si existen dos universos de formas atributivamente valoradas y se dispone a sus respectivas formas y valores en relación de sustitución, entonces y sólo entonces las formas correspondientes a cada uno de tales universos adquieren, respectivamente, el valor semiótico de enunciados y referentes.

Terceras formulaciones (dialéctico-diacrónicas)

Formulación de los 3os enunciados definicionales

No se necesitan nuevos conceptos, siendo necesarios y suficientes aquellos de los que se dispone, producidos por TS1 y TS2.

Formulación de los 3os enunciados operacionales

Op. 11: Relación de diacronía: aquella mediante la cual, dados n pares de universos diferentes (n ³ 2) de formas semióticamente semantizadas, con estructura de sistemas, discursos, enunciados y referentes, y dispuestos según una sucesión ordenada u ordenable, estos pares de universos interactúan contradictoriamente entre sí.

La relación de diacronía opera como una consecuencia posible de la aplicación de la operación de superación y como una regla que deben cumplir las restantes operaciones pertinentes al razonamiento dialéctico-diacrónico.

Premisas para que pueda darse una relación de diacronía:

a) (existencia, en el momento "t1", de un par de universos de formas sobre los que ya se han cumplido todas las operaciones implicadas en los Teoremas Semióticos 1 y 2).

b) (existencia, en el momento "t2", de otro par de universos de formas, a consecuencia de la aplicación de la operación de superación sobre los precedentes universos de formas "F" y "G").

Op. 12: SUPERACION: aquella mediante la cual, dados n pares de universos diferentes (n ³ 2), constituidos por formas semióticamente semantizadas, con estructura de sistemas, discursos, enunciados y referentes y dispuestos según una sucesión ordenada u ordenable, las contradicciones lógicas inherentes a tales pares (o a alguno de ellos) dan lugar a nuevos pares de universos de formas valoradas.

Op. 13: Recurrencia en relación de diacronía: puede distinguirse, al menos, la recurrencia como inducción lógica, para la definición de la superación y para su operativización y como proceso recursivo de su emergencia semiótica.

Como inducción lógica, la recurrencia en relación de diacronía es aquella mediante la cual se establece la diferencia entre: a) la ausencia de aplicación de la operación de superación; b) una única aplicación de tal operación; y c) la aplicación n número de veces de dicha operación (n ³ 2).

Como proceso recursivo, la recurrencia en relación de diacronía permite formular la más elemental definición de, en este caso, la superación: ser la "sucesora" de la sustitución y la equivalente de una nueva atribución.

Recién en este estadio, conocido el efecto del proceso recursivo producido sobre las relaciones de acronía, sincronía y diacronía, es posible considerar plenamente tales relaciones conforme a lo que se conoce en lógica como "esquema de recursión primitiva". Partiendo del concepto de función recursiva como aquella que requiere, para el conocimiento de sus propios valores, el conocimiento previo de los valores precedentes y utilizando, como vengo haciéndolo, los conceptos de "sucesor" ("Suc") y de "ancestro" ("Anc"), característicos de la recurrencia de las funciones aritméticas, y adecuándolos semióticamente como la operación siguiente ("n +1" = "sucesor") aplicada sobre los efectos de una operación anterior ("n -1" = "ancestro"), resulta posible enunciar simbólicamente el proceso de producción de la significación, según el siguiente esquema semiótico de recursión primitiva:

a) Rec Sem N: "Atr" º "R2FU", en cuanto opción primitiva de identificación de una forma en función de las posibilidades de relación con otras formas que tiene atribuidas. Es "N" y no "1" porque el supuesto de una atribución ontológicamente primera, supondría un metafísico "lenguaje jafético" o "adámico", lógicamente vinculado a la recuperación (o reconstrucción) futura de un lenguaje universal, ontológicamente final o a la afirmación de una estructura formal innata, ontológicamente necesaria (ver la crítica a las bases racionalistas de esta búsqueda de un único lenguaje en Bar-Hillel, 1970: 206-21; también con otro enfoque, en Gadet y Pêcheux, 1981: 86-91 frente a las propuestas de N. Marr; la aproximación de Chomsky, 1972: 129-30 y 1981: 182-3 a las tesis de Leibniz para reforzar su hipótesis innatista, tampoco contradice la calidad n-ádica del leguaje (o semiosis sustituyente) ya que su modelo de aprendizaje asocia la gramaticalidad innata con el contexto social preexistente y necesario para la adquisición de cualquier lenguaje; no obstante, ver también la crítica de Rossi-Landi, 1985: 261-9, al "nuevo innatismo"; también se excluyen de este enfoque las categorías ontológicas, originalmente "probadas" mediante el recurso a las anáforas pragmáticas, propuestas por R. Jackendoff como base de su estructura conceptual: 1983: 48ss).

b) Rec Sem N + 1: "Suc Atr" º "Sust", o sea:

"Suc (R2FU & R2GW)" º "R2F(-U v W) & R2G(-W v U)"

en cuanto transformación de la identidad semiótica (posibilidades de interrelación sintáctica entre las formas de un determinado universo relativamente homogéneo) producida por atribución, en diferencia semiótica (o alteridad semántica, en cuanto uso y no mención de las posibilidades de interrelación entre las formas de otro determinado universo relativamente homogéneo) producida por sustitución (el término "sustitución" se lo utiliza aquí en cierto modo próximo a como Parret aplica "trasposición", 1983: 46; y, también, a como Jakobson utiliza la expresión "traducción intersemiótica", 1963, 79: en ese artículo pueden encontrarse algunos ejemplos que interpretan nuestra expresión lógica "R2G (-W v U)", es decir, las formas del mundo adquiriendo los valores del lenguaje: "...un niño ruso, leyendo cuentos alemanes traducidos, se sorprende al descubrir que la Muerte, evidentemente una mujer (en ruso 'smert', femenino), esté representada por un anciano (en alemán 'der Tod', masculino)", etc., op. cit. 85; téngase también en cuenta que la estructura de la sustitución de valores "(-U v W)" constituye la operación semántica de la metáfora, cuya problemática se ve reactualizada por el interés en los aspectos cognitivos del pensamiento científico y por "su poder para presentar de un modo claro e irreemplazable lo que las cosas son", M. Black, 1980: 21).

c) Rec Sem (N+1) + 1: "Suc Sust" º "Sup", o sea:

"Suc(R2F(-U v W) & R2G(-W v U))" º "R2HP & R2IQ"

en la que se simboliza la última (provisionalmente) producción de una nueva significación. Percibida, no obstante, por la intuición de la evidencia como una atribución (y afirmada ideológicamente como la única y definitiva atribución del correcto valor que corresponde a determinada forma), reinicia el ciclo que habrá de conducir, a través de la crítica de tales nuevas relaciones entre formas y valores, a la aplicación de las sucesivas operaciones de sustitución y superación. El significado vigente en un momento determinado de una determinada sociedad (acerca de cualquier fenómeno o del conjunto de interpretaciones de los fenómenos que constituyen la cultura de esa sociedad en ese momento) es pues el sucesor de las instancias cognitivas que aquí denomino "atribución" y "sustitución", constituyendo una superación de los procesos cumplidos mediante cada una de tales operaciones; en este sentido "la superación implica, pues, un regreso al pasado: una profundización del pasado" (H. Lefebvre, 1984: 268). El conjunto de las tres instancias cognitivas: atribución, sustitución y superación se corresponde al orden de las tres categorías paradigmáticas: ser, conocer y significar/comunicar, correspondiéndose, asimismo, con la tríada peirceana: objeto, signo e interpretante (H. Parret, 1983: 7-8), en cuanto triple dimensión de lo sincrónico. Desde un tercer enfoque, la reinserción de los resultados de todo proceso de superación en la productividad del pensamiento científico forma parte de las corrientes de crítica epistemológica basadas en la historia (B. Cohen, 1979: 349ss.), en especial de la "metodología de programas de investigación" (Lakatos, 1982), pero también en los conocidos desarrollos de Bachelard, Canguilhem, Kuhn, Toulmin, Feyerabend y otros.

Op. 14: Articulación en relación de diacronía: aquella mediante la cual se ponen en relación virtual n valores (n ³ 2) producidos por superación de las relaciones contradictorias inherentes a los valores de los universos de formas que intervienen en las sustituciones precedentes.

Op. 15: Integración en relación de diacronía: aquella mediante la cual se ponen en relación actual n formas (n ³ 2) identificadas como superación de las precedentes formas afectadas por valores contradictorios.

Formulación de TS3: Teorema de la Historicidad del Objeto Semiótico

TS3: para todo n-par de pares de formas y valores, en relación de diacronía y con n-recurrencia de superaciones,

la existencia de una enésima relación actual de integración de formas resultantes de la superación de las contradicciones inherentes a los valores que identificaban un universo de formas sustituyentes y/o sustituidas,

y la existencia de una enésima relación virtual de articulación de valores resultantes de la superación de los contradicciones inherentes a un universo de valores sustituyentes y/o sustituidos

equivalen

a la existencia de una enésima relación semiótica de formas valoradas como superación de las precedentes.

h) Formación: relación virtual de articulación entre los valores de un universo (provisionalmente) final, que son superación de los valores contradictorios del sistema o sistemas precedentes. Existirán tantas formaciones cuantos sean los pares superadores de pares de universos sustituyentes y sustituidos tomados en consideración.

Si no se toma en consideración, o se desconoce, su carácter (provisionalmente) final ni su origen superador, coincide formalmente con el paradigma.

i) Enunciación: relación actual de integración entre las formas de un universo (provisionalmente) final, que son superación de las formas (contradictoriamente valoradas) de algún discurso o discursos precedentes.

Si no se toma en consideración o se desconoce su carácter (provisionalmente) final ni su origen superador, coincide formalmente con el texto.

De TS3 surge la posibilidad de conocimiento de 1 nuevo concepto semiótico:

j) Significación del objeto semiótico (o valoración histórico-diferencial del objeto semiótico sustituyente y/o sustituido) : relación semiótica (provisionalmente) final, entre formas y valores que son superación de las formas y valores de algún enunciado y/o referente precedentes.

Si no se toma en consideración o se desconoce su carácter (provisionalmente) final ni su origen superador, coincide formalmente con la identificación del Objeto Semiótico.

Lo que, en definitiva, enuncia TS3 es que, a partir de las premisas establecidas, la existencia de formaciones y enunciaciones equivale a la existencia de la significación del objeto semiótico, en cuanto valor históricamente diferencial (y, en consecuencia, percepción diferencial) de ese mismo objeto tal como resultaba valorado (y percibido) en un momento (diacrónicamente) precedente.

Si se confronta esta última expresión simbólica, que establece la forma lógica de la significación del objeto semiótico producida a través de la superación diacrónica ("R2HP"), con la inicial expresión simbólica que establecía la forma lógica de la identificación del objeto semiótico producida a través de la atribución acrónica ("R2FU"), su homología puede resultar sorprendente.

Esta homología se interpreta semióticamente como el fundamento de la evidencia, o sea, de esos significados, efectivamente vigentes en una determinada sociedad y en un determinado momento, que se establecen como la verdad (al menos, como la verdad del sentido común).

Tal homología es necesaria ya que, en cada instancia histórica y social, el significado de un fenómeno se presenta como la atribución "natural" de un valor a una forma. Lo que realiza el método semiótico es establecer la calidad "histórica" de esa atribución y, por tanto, de la significación vigente en esa sociedad.

Por ello, el tema fundamental y crítico de la Teoría Semiótica está constituido por la recuperación de la memoria semiótica; es decir, por la recuperación de las relaciones de contradicción que subyacen en los enunciados vigentes en determinada sociedad y por la detección, en esos mismos actuales enunciados, de las relaciones de contradicción que conducirán a posteriores superaciones, o sea, al establecimiento de nuevas significaciones que habrán de ser atribuidas a un determinado fenómeno en estudio. La Teoría Semiótica no se propone, por tanto, cuestionar la verdad de un determinado enunciado o de la significación atribuida a un determinado referente, sino establecer la eficacia de su efectiva presencia en un concreto momento histórico; ni, simétricamente, se propone constituirse en una gnoseología del error, sino establecer la diferencia existente entre los diversos sistemas de enunciados que compiten en la pretensión de atribuirle significado al supuesto fenómeno en estudio.

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