LAS
RELACIONES POSIBLES DEL OBJETO DE MUSEO
Mirta
Bialogorski
Juan
Magariños de Morentin
Este esbozo de una guía de trabajo para el análisis o la producción del significado
que adquiere un objeto al ser exhibido en un museo, parte de la hipótesis
de que dicho significado se construye,
en la mente del visitante, mediante las relaciones que lo vinculan con los
otros elementos presentes en el contexto físico en que se lo muestra, y por
contraste con el conocimiento previo que poseía acerca de tal objeto.
Por lo mismo, se parte también de la
hipótesis, consecuente con la anterior, de que un objeto no tiene un significado único ni sustancial, ni en la
sociedad que lo utiliza, ni en la exhibición en que se muestra, sino que en tal
objeto confluyen aquellos significados que es posible establecer mediante las
distintas relaciones que pueden identificarse con los diferentes elementos ya
bien del contexto social al que pertenece (lo que puede resumirse como su
construcción en el discurso social), ya
bien del de exhibición en que se lo muestra. O sea, el diseño de una
exhibición puede permitir recuperar la pluralidad de interpretaciones (actuales
o históricas, socialmente vigentes) asignables a determinado objeto, en función
de los diversos significados que emergen de su relación con unos u otros de los
elementos presentes en su contexto. También una exhibición puede proponer nuevos significados, posibles pero
todavía no actualizados, en función de los
contextos disponibles para incluir en ellos al objeto en estudio; esto
tiene como límite lo que podríamos llamar "el
objeto imposible", aquel para el cual no existe, en determinado
momento de determinada sociedad, el contexto necesario para darle significado.
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Cualquier objeto, al estar exhibido en un
museo y mientras lo está, deja en suspenso su calidad de objeto reconocible y
utilizable en el ámbito de una determinada cultura, para constituirse en
sustituyente de algo diferente a sí mismo, a lo que dicho objeto, mediante su
exhibición, actualiza o representa. En virtud de esta característica se
concreta la tarea del curador de un museo: ofrecer objetos a la percepción de
los visitantes de modo que éstos construyan algo que trasciende al objeto que
están viendo, pero que es lo que ese objeto representa o significa (o lo que el
curador pretende que represente o signifique) por el hecho de estar siendo
exhibido.
Es decir, por el hecho de estar exhibido (y, en este sentido, ocurre lo mismo
si se lo exhibe en la sala de un museo o en la vidriera de un establecimiento
comercial), pasa de ser un objeto semiótico (por ejemplo, una manta
realizada artesanalmente que se utiliza en determinada comunidad, mapuche por
ejemplo, para cubrirse) a adquirir la eficacia de una semiosis sustituyente, (en el mismo ejemplo, la manta exhibida en
un museo de artesanías como representación de un tipo de producción artesanal,
de un campo social, de una moda, etc., o como identificador de una determinada
comunidad).
Por el contrario y en cuanto ya son originariamente semiosis sustituyentes,
excluimos de este análisis a los objetos pertenecientes al universo de la
plástica (cuadros, esculturas, maquetas, mapas, ilustraciones técnicas o
científicas, etc.). A todos ellos se los percibe, originariamente, como
propuestas visuales destinadas a dar cuenta de algo diferente a ellas mismas,
con independencia de que estén o no en una situación de exhibición. Cuando
llegan a estar exhibidas, tanto en los grandes museos de arte como en las
pequeñas galerías comerciales de arte, cumplen una función metasemiótica cuya problemática es diferente de la que aquí
estamos considerando y en la que no intervenimos, por el momento.
El curador de una exhibición, compuesta
por aquellos objetos semióticos que se
transforman en semiosis sustituyentes como efecto de su exhibición, deberá tener en cuenta, anticipándola,
una aproximación a cómo puede ser percibido ese objeto, cómo puede interpretarse
su propuesta. Para ello resultará fundamental que tenga en cuenta qué saben los
visitantes sobre ese objeto, para ratificar o modificar o contradecir dicho
conocimiento.
Este planteo es el que permite afirmar, como
instancia previa al diseño y realización de una exposición, la necesidad de
identificar, a través de estudios de público, los procesos cognitivos y
simbólicos de los sujetos sociales relativos al tipo de objetos que van a
mostrarse, para recuperar las modalidades interpretativas, sean éstas
científicas, estéticas, o convencionalmente cotidianas que se les aplican y que
circulan en su comunidad en el momento de la exhibición.
[ÉSTE, EL
ANÁLISIS DEL SIGNIFICADO QUE ADQUIERE UN OBJETO AL SER EXHIBIDO EN UN MUSEO,
VA A SER EL TEMA DE ESTUDIO Y DE EXPERIMENTACIÓN, DURANTE LA PRÓXIMA ETAPA (2º
semestre de 2003) DE NUESTRO PROYECTO DE INVESTIGACIÓN ACERCA DEL MUSEO COMO PROPUESTA COMUNICATIVA, 2ª PARTE,
PARA EL QUE OFRECEMOS UN PRIMER ESBOZO DE SU PROBLEMÁTICA ESPECÍFICA. SERÁ
CONVENIENTE QUE CADA UNO DE LOS PARTICIPANTES REFLEXIONE, PROPONGA
REFORMULACIONES O PROFUNDICE LOS ASPECTOS TEÓRICOS Y EMPÍRICOS INVOLUCRADOS.
LAS PROPUESTAS ANALÍTICAS RELATIVAS A MUSEOS O EXPOSICIONES CONCRETAS SE
COMUNICARÁN A TODOS LOS INTEGRANTES DEL EQUIPO, TANTO PRESENCIAL COMO VIRTUAL,
Y SURGIRÁN DE LAS DISCUSIONES QUE, EN AMBAS MODALIDADES, SE VAYAN
DESARROLLANDO.
[Una primera utilización puede encontrarse en "Entre el recorrido y el entorno: el objeto en el Museo. El caso del Museo de la Patagonia; la fundación de San Carlos de Bariloche", por Irene Silin.]
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El visitante del museo se encuentra con un
espacio físico en el cual se le proponen distintas opciones respecto a su
posibilidad de percepción e interpretación de un determinado objeto o conjunto
de objetos (por brevedad, nos referiremos en adelante sólo a
"objeto", entendiendo que se abarca, si tal es el caso, también al
"conjunto de objetos"). Ello ocurre a través de las diversas relaciones que vinculan a ese
objeto con el contexto en el que se lo exhibe y con las cuales se van construyendo las
diversas propuestas comunicativas. El contexto de un objeto en una exhibición
estará constituido por cada una, y por su despliegue, de las entidades
icónicas, indiciales y simbólicas percibibles simultánea o secuencialmente con
la percepción del propio objeto.
Entre las
posibilidades relacionales de un objeto con su contexto podemos
identificar, tentativa y exploratoriamente, algunas que provienen de los
siguientes ámbitos:
1.
El recorrido para
acceder al objeto.
2.
La mostración
del propio objeto
3.
El entorno de elementos asociados
a la mostración del propio objeto
Sigue un desarrollo muy elemental y
meramente programático de cada una de estas posibilidades relacionales.
1. El
recorrido para acceder al objeto
El recorrido designa al conjunto de las vías posibles de acceso
al lugar desde el cual puede verse el
objeto. Implica una secuencia pensada y planificada en función de una propuesta
comunicativa. El recorrido permite crear en la mente del visitante referencias,
previas a la percepción del objeto en el museo, conducentes a sugerir
determinada y no otra interpretación del objeto exhibido y/o de su relación de
semejanza /diferencia /contradicción con otros objetos. Por ello, es importante
que el curador diseñe y proponga un recorrido más allá de que los visitantes
luego, lo acepten o lo ignoren.
El recorrido puede plantearse de manera
parcial (en el interior de una sala de exhibición), total (en relación al
conjunto de la muestra) o estar ausente (cuando no se ha diseñado un recorrido
o bien cuando el objeto exhibido es el único e inmediatamente mostrado. En ese
caso, el recorrido no está aportando elementos para ver algo distinto, sino que
genera un espacio de visualización y de acceso).
2.
La mostración
del propio objeto
Alude a la problemática de cómo se muestra
el objeto, esto es, a las maneras de exhibirlo de acuerdo con lo que se decida
privilegiar del mismo. Se puede decidir mostrar exclusivamente al objeto y, en
tal caso, privilegiar su percepción dejando
de lado sus posibles relaciones con otros objetos o elementos. Esto se da
cuando la importancia del objeto lo constituye en objeto único (sin que necesariamente un objeto único tenga que ser
exhibido en su solipsismo) o cuando la fuerza de su implantación en el
imaginario colectivo hace preferible dejar librado al conocimiento e
imaginación del visitante la construcción de su interpretación. No obstante,
uno de los axiomas de la semiótica establece que no existe el signo único. Esto implica que no son imaginables ni un
sistema, ni un contexto de un único signo. Por ello, aún en estos casos, el
vacío o la ausencia de otros elementos en las proximidades del único objeto
expuesto, actúa como su contexto y con la alta eficacia de establecer su
unicidad.
La problemática de la mostración se centra en las características de la propuesta de
visualización del objeto, al margen de si se ha diseñado un recorrido para
llegar hasta él o si se lo muestra asociado con otros, para una percepción
simultánea o cuasi-simultánea.
Implica un análisis del soporte y/o
contenedor del objeto mostrado. Hablamos de "mostración" en este
apartado para centrar la atención en el modo concreto como se expone al objeto
para que sea visto. Supone tomar en consideración la posición y dirección
(eventuales frontalidad y lateralidad) que, por sus características físicas de
forma, tamaño y color, se seleccionan para enfrentarlo con el visitante, así
como las relaciones físicas que mantiene con los elementos con los que está en
contacto directo e incluye un estudio de la iluminación que se proyecta sobre
él; constituye su contexto inmediato.
3.
El entorno de elementos asociados
a la mostración del propio objeto
Por más que la atención de quien está
percibiendo algo se centre en lo que percibe, la visión está registrando,
simultáneamente, el entorno incluido en su campo visual. Qué signifiquen o cómo
resulten interpretados estos elementos asociados es fundamental para la
atribución de determinada significación al objeto mostrado. Si se pretende
decir que un objeto siempre va a poder ser identificado por sus características
individualizadoras (un poncho siempre va a poder ser reconocido como poncho o
un extraño aparato siempre va a poder ser reconocido como una máquina, aunque
no se sepa para qué sirve), entonces el museo se hace innecesario; sería
suficiente con un depósito. Pero un museo es un discurso acerca de los objetos
que exhibe, en cuanto sugiere a los visitantes, como propuesta perceptual, la
posibilidad de una determinada interpretación.
En este sentido, el entorno de percepción simultánea o cuasi-simultánea de un objeto
en un museo le confiere a tal objeto el específico sentido según el cual el
curador propone que sea interpretado por los visitantes. Para su análisis y por
tratarse de entidades tridimensionales, ese entorno de percepción se va
modificando conforme el visitante modifica su punto de vista al girar
recorriendo el dispositivo de mostración del objeto exhibido. Es posible que el
curador haya privilegiado una determinada perspectiva o que toda la secuencia
de variaciones concurra a la tarea de interpretación. Y en estos casos,
vuelve a ser aplicable la posibilidad de utilizar estas relaciones para dar
cuenta de aspectos relativos al propio objeto y/o a su relación de semejanza
/diferencia /contradicción con otros objetos.
Este entorno es fundamental para determinar
si el objeto está propuesto para producir una única interpretación o si,
aplicando el criterio de la dependencia del contexto para la generación del
significado, el curador ha diseñado los sucesivos entornos como variaciones que
le atribuyan al objeto significados distintos.
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LA SUGERENCIA, PARA COMENZA A TRABAJAR CON
ESTA GUÍA, ES TOMAR SITUACIONES CONCRETAS, YA BIEN DEL MUSEO DE LA PLATA, YA
BIEN DEL MUSEO QUE EL INTEGRANTE DEL EQUIPO VIRTUAL ELIJA, EN SU CIUDAD DE
RESIDENCIA, Y CONFIGURAR DESCRIPCIONES QUE, EN ESTE CASO, PERMITAN EXPLICAR LA
SIGNIFICACIÓN QUE ADQUIERE DETERMINADO OBJETO PREVIAMENTE SELECCIONADO EN
VIRTUD DEL CONTEXTO EN EL QUE APARECE INCLUIDO. (Quiero aclarar que, en este
caso, considero que está justificado decir que determinadas DESCRIPCIONES permitan EXPLICAR la producción de
determinada significación, ya que lo que se describe es un contexto y la
hipótesis establece que el contexto produce la significación de cada uno de los
elementos que lo integran; de algún modo vinculamos esta operación semiótica,
con la premisa de la Escuela Francesa de Análisis del Discurso, según la cual,
"todo discurso construye su propio diccionario".) ESTA PRÁCTICA
EMPÍRICA PERMITIRÁ TAMBIÉN IR ENRIQUECIENDO Y CONFIRIENDO UN MAYOR RIGOR A LOS PARÁGRAFOS
DE ESTA BREVE GUÍA DE TRABAJO, DESTINADA A TRANSFORMARSE EN UN TEXTO DE BASE,
EN CUYA AUTORÍA TODOS HABREMOS COLABORADO, QUE IDENTIFIQUE Y COMPRUEBE LA
EFICACIA OPERATIVA DE LAS RELACIONES QUE
CONSTRUYEN LA SIGNIFICACIÓN DEL OBJETO EXHIBIDO EN EL MUSEO. TAMBIÉN, ESTA
PRÁCTICA CONSTITUYE UN PROCESO DE VALIDACIÓN O DE FALSACIÓN DE LA HIPÓTESIS,
INICIALMENTE AFIRMADA, ACERCA DE QUE UN OBJETO NO TIENE
UN SIGNIFICADO ÚNICO,
SINO TANTOS COMO PERMITEN CONSTRUIR SUS POSIBILIDADES RELACIONALES CON LOS
DISTINTOS ELEMENTOS DE SUS CONTEXTOS POSIBLES.
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